¿Podemos considerar a la salud como un derecho social universal? Existe gran cantidad de Gobiernos e Instituciones que conceptualizan el Derecho a la Salud de manera distinta. Las razones obedecen en gran medida al desarrollo socio-histórico de las naciones en un primer nivel, pero también son de carácter ideológico-político en una segunda instancia. Inicialmente, podemos decir que el Derecho a la Salud se va desarrollando a través de las demandas sociales de los ciudadanos, conformando la definición actual de la salud, que es el estado de absoluto bienestar físico, mental y social. Institucionalizada internacionalmente en 1946 con la Constitución de la Organización Mundial de la Salud (OMS), el Derecho a la Salud se considera como un derecho que integra no sólo la idea de curar la enfermedad, sino también de prevenirla, por lo que el entorno físico y social del hombre adquiere una nueva relevancia dentro de este derecho lo que implica una mayor protección del ser humano, así como un mayor compromiso administrativo y económico por parte de los Estados. Con la Declaración Universal de los Derechos Humanos (DUDH) de 1948, en su artículo 25 establece “toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su familia, la salud y el bienestar…”
En México el derecho a la salud lo vemos contemplado en su artículo 4°, Párrafo Tercero de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, en el que se establece que toda persona tiene derecho a la protección de la salud, la Ley definirá las bases y modalidades para el acceso a los servicios de salud y establecerá la concurrencia de la Federación y las entidades federativas en materia de salubridad general. Pero, ¿Por qué es tan importante conocer este derecho?
El día en que el mundo se enteró de que existía una devastadora enfermedad respiratoria que se estaba propagando, México quedó colapsado totalmente, no solo por la noticia sino también por la ausencia de su Presidente, sin la manifestación de cómo debería ser prevenida y tratada, aún recuerdo ese momento de miedo ante tal noticia, completamente solos ante lo inevitable: PANDEMIA.
La causa fue identificada como Coronavirus, el 19 de enero del año 2019. El número internacional de muertos alcanzó 1000 el 3 de febrero y el número mundial de casos alcanzó los 100 000 el 7 de marzo del año 2019. Apenas cuatro días después, el 11 de marzo de 2019, la Organización mundial de la Salud declaró al COVID-19 como UNA PANDEMIA.
Ahora, por supuesto, hemos superado muchas veces esos números. Hasta la fecha, el recuento global de casos está a punto de cruzar 115 millones, y el número de muertes en todo el mundo es de más de 2,5 millones y sigue en aumento, desde el inicio la medicina hizo todo lo posible ante esta nueva enfermedad para tratar de salvar las vidas de las víctimas. El tratamiento de UCI más avanzado, todos los medicamentos antivirales posibles, antibióticos para infecciones secundarias, tal vez recuerden los debates del año pasado sobre hidroxicloroquina, Remdesivir e Ivermectina, ninguno de los cuales resultó realmente hacer mucha diferencia en absoluto.
Quedó totalmente claro desde el principio lo que íbamos a necesitar era una VACUNA.
La primavera del año pasado a medida que el coronavirus se estaba extendiendo por todo el mundo y lograr una vacuna rápidamente parecía casi imposible. En promedio, se necesitan de 10 a 15 años para obtener una vacuna. El desarrollo de la vacuna más corto registrado es para la vacuna de paperas, que duró cuatro años. Varios grupos de investigación pensaron que podría haber investigación preexistente que podría darles una ventaja para su elaboración.
La empresa alemana BioNTech, que más tarde unió fuerzas con la empresa estadounidense Pfizer, comenzó a trabajar en su fórmula de vacuna en enero pasado. Lo mismo hizo la empresa estadounidense Moderna. En mayo, la empresa china CanSino Biologics publicó los primeros resultados del ensayo humano de su vacuna. En junio, otro grupo chino, el Instituto de Productos Biológicos de Beijing, tuvo sus primeros resultados en monos. Las vacunas Pfizer y Moderna fueron autorizadas para uso de emergencia por la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos en diciembre, en ese mismo mes, el Reino Unido aprobó la vacuna Oxford AstraZeneca, pero mientras tanto, ya se estaban aplicando vacunas en diferentes partes del mundo.
China comenzó a vacunar, en noviembre el gobierno Ruso comenzó a vacunar a las personas con su vacuna contra el Sputnik V. diferentes empresas, diferentes fórmulas, diferentes plazos, a principios de marzo, 78 fórmulas de vacunas están bajo investigación en animales y 71 ya han llegado a varias etapas de ensayos clínicos en humanos, 20 de ellas están en las etapas finales de las pruebas. Ocho vacunas han sido permitidas para uso limitado por las autoridades reguladoras de algunos países, y cuatro han llegado hasta el final a través de normas internacionalmente aceptadas para su evaluación y aprobación o autorización de emergencia. A poco más de un año desde el inicio de la pandemia, 12 vacunas han superado algunas o todas las etapas de los ensayos clínicos humanos. Eso es extraordinario.