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El año pasado, apenas terminadas las elecciones del 6 de julio en donde se renovó la Cámara de diputados y 15 gubernaturas, el presidente de la república inició la carrera presidencial dentro de su partido, pero se cuidó muy bien de excluir al senador Ricardo Monreal. Sólo habló de Sheinbaum, Marcelo y algunos más, y aunque le preguntaban sobre Monreal, fiel a su costumbre, se negó siquiera a pronunciar su nombre.
Ante ello, Monreal anunció su deseo de competir por la candidatura presidencial de Morena en la elección de 2024, lo dijo en todos los tonos y de todas las maneras; nada logró, fue claro que el presidente no lo quiere en la contienda. Rodeado de acusaciones de traición dentro de grupos de Morena afines a Sheinbaum, quienes lo acusaban de haber operado en contra en la debacle de Morena en la capital, nunca volvió a ser recibido en Palacio Nacional.
Endureció su postura y se pronunció en contra de que el candidato presidencial de Morena fuera elegido por encuesta, repitió que no se iba a bajar de la competencia y que tampoco se iría del partido, que “daría la pelea”, en esas estaba cuando tres ataques en su contra lo dejaron quieto: primero la fiscalía de la CDMX buscó inhabilitar a la alcaldesa de Cuauhtémoc, Sandra Cuevas, quien es cercana suya, después una rebelión interna amagó quitarle la coordinación de la bancada de Morena en el senado y, finalmente, la aprensión de José Manuel Del Río Virgen, el secretario técnico de la Junta de Coordinación Política en el senado, quien es colaborador suyo.
Será que la presidencia de la república, sabedora de su cercanía con los partidos de oposición, buscó un método para obligarlo ´a portarse bien´ y apoyar a Morena en las seis gubernaturas que estuvieron en juego, pero Del Río Virgen, con ninguna prueba en su contra, salió libre hasta dos semanas después de que pasara la jornada electoral.
Días antes, un evento parecía poner punto final a su aspiración dentro de Morena; no fue invitado al desayuno y posterior mitin en Toluca, donde Morena presentó a Marcelo Ebrard, Claudia Sheinbaum y
Adán Augusto en un acto de unidad, con la obvia intención de dar a conocer a sus tres aspirantes a la presidencia. El mensaje era claro: Ricardo Monreal ya ni pre candidato era.
Muchos opinamos que el senador debía definirse y si iba a buscar la candidatura en el bloque opositor de PAN-PRI-PRD, como amagó en el 2018 cuando buscaba la Jefatura de gobierno de la CDMX, tenía que hacerlo ya, pues entre más dejara pasar el tiempo, más irrelevante se volvía. Sin embargo, el pasado domingo 10, sorprendió a propios y extraños cuando en un evento con “colaboradores”, al mismo tiempo que declaraba que, si la candidatura de Morena se define por encuesta, “yo no voy”; daba a conocer un Rap que relata su historia y reafirma su aspiración política.
Parece que Monreal está decidido a doblar la apuesta: insistirá en buscar la candidatura presidencial de Morena, a sabiendas que el presidente nunca lo dejará pasar. Aunque podría parecer una locura, no lo es. Al arrancar formalmente su pre campaña, el senador mata tres pájaros de un tiro: no se va de Morena y con esto, los deja sin argumentos para acusarlo de que los traiciona. Además, si decide recorrer el país con eventos similares, ´encarece´ su precio, pues dejaría en claro que es uno de los morenistas con mayor base territorial, de suerte que, si Morena decide ni siquiera contemplarlo, será evidente que perdería un gran activo político.
Con este movimiento, Monreal también logra un tercer objetivo, y es pasarle el costo político a Morena de su eventual decisión si opta por buscar la candidatura en otro partido. Pues después de meses de ser excluido, Monreal tendrá la opción de victimizarse y decir que no le dejaron otra alternativa. Así las cosas, el presidente se vería obligado a negociar con él para dejarle ´al menos´, la candidatura a la CDMX, lo que busca desde hace seis años. Falta tiempo y habrá que ver los próximos movimientos del senador, por el momento tenemos la promesa que entona en su Rap: “ni nos vamos a rajar, ni nos vamos a dejar”,
