Fue a partir del derecho Romano, en el que se distinguía entre la res pública (la cosa pública) y los intereses individuales (privados) cuando el concepto de propiedad privada vio la luz en la sociedad. Con el paso de los años este concepto ha ido evolucionando y prácticamente todo lo que el hombre ha podido apropiarse, lo ha hecho.
El día de hoy tenemos un concepto de propiedad mucho más amplio, pues ha pasado de ser ese concepto en el que solo se contemplaba el sentido de pertenencia de algún bien, a este nuevo concepto en el que se va más allá del bien mismo. Es por ello que derivado de este cambio viene al escenario la herramienta ideal para no solo adquirir el bien mismo en propiedad, sino también para brindar a el o los propietarios de todos los blindajes jurídicos que pudieran aplicarse a la propiedad misma. Esto es la certeza jurídica inmobiliaria. Con este concepto se debe entender al conjunto de análisis, procesos y trámites que brindan al propietario un sentido real de protección, transparencia y seguridad al adquirir un bien, ya que, sin ellos, podría estar siendo víctima de algún engaño o incluso siendo parte de alguna red fraudulenta para enajenar algún bien que tenga algún vicio o simplemente que haya sido adquirido de forma ilegal.
Por todo lo anterior es que hemos encontrado que tratándose de bienes raíces, la certeza jurídica que pueda o no tener una propiedad incrementa o no la plusvalía y por tanto el rendimiento de dicho bien. Por ejemplo. ¿Usted adquiriría una propiedad que se encuentra embargada por alguna otra persona? En definitiva la mayoría de las personas no lo harían, y este ejemplo resulta un tanto absurdo, pues el Notario al realizar la transacción de
compraventa se percataría de dicho embargo a través del Registro Público de la Propiedad, pero qué ocurriría si usted adquiere una propiedad la cual a simple vista pudiera parecer estar en regla, pero después ocurriera que esta supuesta propiedad formaba parte de un ejido y que años después la están reclamando, o que esta supuesta propiedad se haya adquirido para la edificación de vivienda y resultase que no tiene los permisos y usos adecuados. En definitiva, su inversión estaría en riesgo y por ello la plusvalía o rendimiento también.
Estos pequeños ejemplos nos sirven para darnos cuenta que la plusvalía o rendimiento de un bien inmueble es directamente proporcional a la certeza jurídica que pueda existir en la adquisición o venta de este. En estos tiempos en el que han surgido diversas corrientes de inversión inmobiliaria es imprescindible contar con una asesoría profesional y exhaustiva con la finalidad de evitar poner en riesgo el patrimonio con el que se cuente. Y no solo eso, sino incluso para poder elevar porcentaje de rendimiento de acuerdo a la correcta revisión, asesoría y trámites que se realicen para potencializar nuestra propiedad.