recién nacido prematuro se define como el nacimiento antes de las 37 semanas de gestación.

A su vez, se dividen en: extremadamente prematuros (menos 28 semanas), muy prematuros (28 a 32 semanas), prematuros moderados (32 a 34 semanas) y prematuros tardíos (34 a 37 semanas) Los extremadamente prematuros y los muy prematuros tienen un mayor riesgo de resultados adversos en comparación con los otros.

Los ex bebés prematuros que ahora son niños, adolescentes y adultos jóvenes constituyen una población de pacientes en aumento, y su calidad de vida y los resultados del desarrollo neurológico son temas importantes de interés.

Un espectro de morbilidades del desarrollo neurológico se asocia con la prematuridad. Varios estudios han encontrado que los bebés prematuros tienen un mayor riesgo de problemas psiquiátricos [trastorno del espectro autista (TEA), trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH), ansiedad, depresión], anomalías motoras y sensoriales [problemas relacionados con alteraciones vestibulares (equilibrio), procesamiento del dolor, sordera, parálisis cerebral (PC)], retraso en el desarrollo (como problemas relacionados con el lenguaje, desarrollo cognitivo, sensorial y motor) y un rendimiento académico más deficiente en comparación con los bebés a término.

Sin embargo, aunque algunos estudios no han encontrado diferencias significativas entre los bebés prematuros y los bebés a término, otros estudios encontraron una diferencia significativa en edades más tempranas que disminuye con el tiempo, sin diferencias significativas en la edad adulta joven.

RETRASO EN EL DESARROLLO
Los bebés prematuros tienen un mayor riesgo de deterioro del lenguaje cognitivo, sensorial y motor. Estas deficiencias pueden manifestarse como un rendimiento académico deficiente o problemas de comportamiento en los niños en edad escolar.

El neurodesarrollo inferior es multifactorial y probablemente sea una consecuencia de un cerebro inmaduro, factores de riesgo perinatal y exposiciones ambientales.

Los bebés prematuros tienen un mayor riesgo de desarrollo neurológico adverso, en comparación con sus contrapartes de bebés a término.

Incluso los bebés prematuros que parecen estar alcanzando los hitos del desarrollo deben seguir siendo monitoreados de cerca, ya que los déficits pueden desarrollarse más adelante. Esto puede afectar su calidad de vida hasta la edad adulta.

Por ello, la importancia de un seguimiento neurológico estrecho, para vigilar que adquieran los hitos del desarrollo en tiempo y forma, en sus diferentes esferas (cognitiva, social, lenguaje expresivo, lenguaje receptivo, motor fino y grueso), identificar de forma oportuna, si existe algún retraso en cualquiera de esas áreas y establecer un programa de intervención neurológica para favorecer el neurodesarrollo.

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